10 mayo, 2012

El Portador renace

Puedo dar fe de lo arduo que resulta volver sobre los pasos sembrados y tratar de subsanar las debilidades. Desde luego, legitimar esta convicción en un ámbito temporal, esto es, creer que es asequible no solo volver al pasado, sino sustituir por sonrisas todas aquellas lágrimas y trocar entuertos por aciertos, sigue siendo una esperanza que obsesiona a todo lector y escritor de ciencia ficción. No, no me refiero a viajar al pasado, sino a retomar el cauce de una historia ya concluida.

Por supuesto, es un trabajo hercúleo, pues supone desenterrar las raíces mismas de la inspiración. Y por inspiración, no aludo a esa fuerza espiritual que nos alumbra con ideas insólitas toda vez que deseamos escribir, sino a la fuente misma de la ficción relatada. ¿Cuál es la simiente de la historia? 

El Portador transita el sendero de la re-edición. Y tomando en cuenta que escribí la novela hace unos cinco años atrás, es permisible sospechar que hay mucho disparate por corregir. Desde luego, la obra que ya fue publicada (la que hemos leído), no es un concierto de errores y tampoco está mal compuesta. Sin embargo, debe ser remozada, pues hay tanto que se dejó de mencionar, y estoy seguro de que los lectores desfallecen por indagar en esos intersticios que deliberadamente hollé para que espiasen mejor la ficción. 

El Portador renace. De momento el episodio inicial, Persuasión, está en fase de re-edición. 
Pronto habrá más novedades. Y, también, más publicaciones.

  

05 mayo, 2012

Cacería digital



La tecnología llega para simplificarnos la vida. Desde varios ámbitos, esta nos provee de artilugios especializados que terminan por facilitarnos la rutina. La compañía de una lavadora nos exime del esfuerzo por jabonar y fregar premiosamente la ropa; el microondas recorta la ansiedad por hincarle el diente a la comida tibia; el control remoto descalabra los límites de la ociosidad, al permitirnos operar el televisor sin tener que caminar a él. Partidarios y detractores tiene (en sus muchas facetas), pero la tecnología es ingrediente de la vida y no queda más remedio que acostumbrarse a ella, aunque siempre dosificando con responsabilidad su consumo. 


Cuando se insinuó la extinción del libro físico, allá en los albores del nuevo siglo, más de uno sonrió con incredulidad, cual si escuchase a un loco relatando una abducción. Parecía un fabulación distópica. Sin embargo, los años siguieron sorbiendo de la vida del libro físico, y pronto el mundo editorial abrió los ojos a un fantasma que emergía de esta misma revolución tecnológica. La creación de e-reader supuso una estocada hiriente para el libro como hasta entonces lo concebíamos.


Hablar de extinción es hiperbolizar la realidad. El libro físico nunca perecerá, ya que las generaciones que crecieron con este instrumento de vida, legarán su visión romántica de la lectura a sus hijos, y los hijos de sus hijos. Así se creará, acaso, una tradición anacrónica que tendrá en las bibliotecas una trinchera imbatible. Me uniría, sin dudarlo, a esta facción, pues pienso que la relación entre el libro y el lector se da de manera palpable, en la forma orgánica de expresión del libro mismo: las páginas que lo componen. 


No obstante, la tecnología nos acecha. Y es preciso sacar provecho de sus herramientas. No repruebo ni repelo el uso de los e-readers (lector de libros digitales), es más, me siento tentado a usarlo en el futuro para lecturas voluminosas. 
Cuando el e-book surgió como una alternativa, para lectura en pantalla, sentí cierto rechazo, pues entrañaba vivir pegado al ordenador. Un verdadero martirio para los ojos. Sin embargo, la aparición del e-reader nos brinda una opción saludable, efectiva y muy cómoda para acceder a la lectura. No maltrata la visión, es muy interactivo (viaja por el libro con la libertad de un ave en el cielo) y se puede transportar en el bolsillo, sin que estorbe. 


El e-reader. Pronto, el Portador iniciará una colección para los lectores digitales. Si quieres probar el e-reader, ¿qué mejor bocado que la Saga Portador?