10 junio, 2012

Sumisión



Toda revelación germina rodeada de un halo de surrealismo que termina por hacernos cuestionar hasta la fidelidad de nuestra cara en el espejo. Tan solo pintemos el cuadro de una noche de Navidad, mientras fregamos el servicio endosado por la cena, divisamos una silueta de obesidad descomunal que pronto emerge como un anciano de frondosa barba nívea y ojos embutidos en una cabellera rala que se esconde tras un bonete rojo. No hace falta describir la indumentaria. Si Papá Noel se apersona a medianoche del 25 de diciembre, sentiremos que ese frío ártico que empieza a poblar nuestra sangre es indicio de que estamos de pie en la línea de otro universo. Hemos escapado de nuestra realidad.
  
Cuando Juno se materializa ante Dave Lang y le declara, con la solemnidad de un ser auténtico ajeno a cualquier desvarío emocional, que los fantasmas no solo existen, sino que muchos de ellos permanecen de manera ilícita en la dimensión humana, Dave fabrica con su cordura un avión de papel y lo arroja tan lejos como sus ojos rastrean. Su realidad empieza a llenarse de sombras siniestras que convierten su vida en un vaivén de desesperanzas.
Así, al ritmo de lo que sus padres imputan como un cuadro de psicosis, se inicia la confrontación entre un espectro genuino y un ser humano que se aferra, con la yema de los dedos, a sus creencias.

Dave Lang no quiere perder el abrigo de sus creencias. Un mundo sin fantasmas, un mundo donde lo que él cree está blindado por la razón y la experiencia, semeja tan apacible, confiable, luminoso. Cuando Juno aparece, el desconcierto, la inseguridad y las tinieblas se desploman sobre él. Su razón desemboca en una encrucijada, la experiencia manda por el vertedero todo asomo de duda. Juno, el fantasma, está ahí, es real, no una fantasía.

Sin embargo, Dave no quiere a Juno como vecino. Para vencerlo, esgrimirá un último recurso: la indiferencia. Por su parte, Juno sacará lustre a una técnica que tiene de pueril lo que el perro tiene de cuadrúpedo: la Persuasión. La única consigna, en ambos bandos, es conquistar la obediencia del otro. Dave quiere a Juno lejos de su casa y de su vida. Juno necesita a Dave como nuevo portador.

Persuasión, el primer episodio de la Saga Portador, pronto en soporte digital. Del Perú, al mundo.

10 mayo, 2012

El Portador renace

Puedo dar fe de lo arduo que resulta volver sobre los pasos sembrados y tratar de subsanar las debilidades. Desde luego, legitimar esta convicción en un ámbito temporal, esto es, creer que es asequible no solo volver al pasado, sino sustituir por sonrisas todas aquellas lágrimas y trocar entuertos por aciertos, sigue siendo una esperanza que obsesiona a todo lector y escritor de ciencia ficción. No, no me refiero a viajar al pasado, sino a retomar el cauce de una historia ya concluida.

Por supuesto, es un trabajo hercúleo, pues supone desenterrar las raíces mismas de la inspiración. Y por inspiración, no aludo a esa fuerza espiritual que nos alumbra con ideas insólitas toda vez que deseamos escribir, sino a la fuente misma de la ficción relatada. ¿Cuál es la simiente de la historia? 

El Portador transita el sendero de la re-edición. Y tomando en cuenta que escribí la novela hace unos cinco años atrás, es permisible sospechar que hay mucho disparate por corregir. Desde luego, la obra que ya fue publicada (la que hemos leído), no es un concierto de errores y tampoco está mal compuesta. Sin embargo, debe ser remozada, pues hay tanto que se dejó de mencionar, y estoy seguro de que los lectores desfallecen por indagar en esos intersticios que deliberadamente hollé para que espiasen mejor la ficción. 

El Portador renace. De momento el episodio inicial, Persuasión, está en fase de re-edición. 
Pronto habrá más novedades. Y, también, más publicaciones.

  

05 mayo, 2012

Cacería digital



La tecnología llega para simplificarnos la vida. Desde varios ámbitos, esta nos provee de artilugios especializados que terminan por facilitarnos la rutina. La compañía de una lavadora nos exime del esfuerzo por jabonar y fregar premiosamente la ropa; el microondas recorta la ansiedad por hincarle el diente a la comida tibia; el control remoto descalabra los límites de la ociosidad, al permitirnos operar el televisor sin tener que caminar a él. Partidarios y detractores tiene (en sus muchas facetas), pero la tecnología es ingrediente de la vida y no queda más remedio que acostumbrarse a ella, aunque siempre dosificando con responsabilidad su consumo. 


Cuando se insinuó la extinción del libro físico, allá en los albores del nuevo siglo, más de uno sonrió con incredulidad, cual si escuchase a un loco relatando una abducción. Parecía un fabulación distópica. Sin embargo, los años siguieron sorbiendo de la vida del libro físico, y pronto el mundo editorial abrió los ojos a un fantasma que emergía de esta misma revolución tecnológica. La creación de e-reader supuso una estocada hiriente para el libro como hasta entonces lo concebíamos.


Hablar de extinción es hiperbolizar la realidad. El libro físico nunca perecerá, ya que las generaciones que crecieron con este instrumento de vida, legarán su visión romántica de la lectura a sus hijos, y los hijos de sus hijos. Así se creará, acaso, una tradición anacrónica que tendrá en las bibliotecas una trinchera imbatible. Me uniría, sin dudarlo, a esta facción, pues pienso que la relación entre el libro y el lector se da de manera palpable, en la forma orgánica de expresión del libro mismo: las páginas que lo componen. 


No obstante, la tecnología nos acecha. Y es preciso sacar provecho de sus herramientas. No repruebo ni repelo el uso de los e-readers (lector de libros digitales), es más, me siento tentado a usarlo en el futuro para lecturas voluminosas. 
Cuando el e-book surgió como una alternativa, para lectura en pantalla, sentí cierto rechazo, pues entrañaba vivir pegado al ordenador. Un verdadero martirio para los ojos. Sin embargo, la aparición del e-reader nos brinda una opción saludable, efectiva y muy cómoda para acceder a la lectura. No maltrata la visión, es muy interactivo (viaja por el libro con la libertad de un ave en el cielo) y se puede transportar en el bolsillo, sin que estorbe. 


El e-reader. Pronto, el Portador iniciará una colección para los lectores digitales. Si quieres probar el e-reader, ¿qué mejor bocado que la Saga Portador?  
                 

15 abril, 2012

¡No alucino, doctor Valden!

No alucino, doctor Valden*. Pero el martes por la tarde, mientras deambulaba por la universidad cargando bajo el brazo cuatrocientas páginas de lectura, recibí una llamada que me puso a temblar las piernas. Tan pronto mi, hasta entonces desconocida, interlocutora me reveló el motivo de su llamada, supe que no podría caminar más sin correr el riesgo de besar el suelo. Flexioné las rodillas, cual si fuese a practicar sentadillas, y escuché. 


¿Amelia qué? ¿Productora de qué? ¿Me está tomando el pelo? Era Amelia Villanueva, productora del espacio radial "Letras en el tiempo", de RPP. Me invitaba a una entrevista con Renato Cisneros, ese viernes (13 de abril). Muy precavida ella, me preguntó si estaba disponible para conversar acerca de mi última novela, "Dómines". Y yo estaba libre ese viernes, pues tratándose del privilegio de la difusión radial, dejaría hasta la cena de Nochebuena con tal de asistir puntualmente y con un diccionario bajo el paladar. 
Y así fue.

No alucino, doctor Valden. Llegué alrededor de las 10:10 al edificio de RPP. Llegué furioso, maldiciendo la parsimonia del conductor del Metropolitano, e intranquilo, pues temía que mi tardanza fuera interpretada como indiferencia o pedantería. Traspuse la reja de entrada, y tras intercambiar mi DNI por una colorida tarjeta que debía mostrarme como un producto foráneo en el escaparate de RPP, me alojé en el edificio. Saludé a la recepcionista como si fuera una vieja conocida, subí los escalones de dos en dos, y me entusiasmó sobremanera toparme en cada rellano como un reportero que descendía ensimismado y gesticulando quehaceres.

No alucino, doctor Valden. Di con el cuarto piso, y lo primero que vi fue una sala de espera amoblada con un enorme sofá de tres cuerpos y, a ambos lados de la habitación, puertas de vidrio que conducían a diferentes ambientes de la planta. En la puerta más lejana entreví el logotipo de "Radio Capital", en la otra, "RPP Noticias". ¿Dónde ubicar a Amelia Villanueva? 
Mostrándome despreocupado ante los pobladores de la sala de espera (uno de los cuales era el congresista Julio Gagó), empujé, no sin cierta dificultad (mis músculos me traicionaban), la puerta de vidrio de RPP Noticias. Entré a una inmensa sala de redacción (o tenía aspecto de sala de redacción). Una veintena de chicos, todos jóvenes entre 24 a 28 años, tonteaban como adolescentes en domingo, frente a una pantalla de ordenador. De cuando en cuando, uno de ellos se ponía en acción, cual si le hubiesen dado la orden mediante telepatía, y tecleaba prestamente, para luego reasumir su aire de tedio. 

No alucino, doctor Valden. Continué por la sala y me acerqué a una de las chicas (reportera, supongo). Me indicó quién era Amelia Villanueva. Estaba al final de la sala y conversaba con otra mujer. Me reconoció en el acto (imagino que vio fotos mías). Me pidió que la esperase fuera, luego me conduciría a la cabina. Abandoné la sala de redacción, más excitado que nunca en todo el día, y tan pronto volví al ambiente de espera, reconocí a Renato Cisneros.

No alucino, doctor Valden. Amelia me presentó a Renato Cisneros, luego cruzamos la puerta con el logotipo de "Radio Capital" y mentalmente dije: "Mi opinión debería importar." Cruzamos una serie de cabinas, todas aisladas con cristales anti-ruido. Conocí a Alfredo Gálvez (co-locutor del programa matutino Levántate y Anda, emitido por Radio Oxígeno). Entramos a la cabina elegida para la secuencia "Letras en el Tiempo." Ya nos esperaba el controlador, un sujeto de escasa barba y bigote, con apariencia de treintón que aun vive con su madre. Amelia nos dio instrucciones y explicó a Renato Cisneros cuál era el sentido de mis novelas. Antes de refugiarse en la cabina de los controles, nos consultó acerca de la melodía de entrada para la emisión. "Una melodía espectral."

No alucino, doctor Valden. Me entrevistó Renato Cisneros. Sentí que recién había llegado, cuando me informaron que la entrevista había tocado final. Sentí que había intercambiado cinco oraciones, pero en realidad llevábamos veinte minutos hablando. Sentí que había dicho tan poco y de ese poco, nada era lo que realmente quería decir. 

No alucino, doctor Valden. Renato Cisneros me acompañó hasta la puerta. Conversamos en la puerta del ascensor, en el ascensor, y a las afueras de RPP. Tomamos direcciones opuestas. Y así me despedí de mi primera experiencia en radio, viendo a Renato Cisneros marchar, escoltado por su sombra bajo el sol, con una copia por revisar de su último libro: Raro.    

Me hubiera encantado publicar esta nota con una imagen temática, pero la productora aun no satisface mi petición de compartir algunas fotografías de la entrevista. Tan pronto las reciba, ilustraré la nota.

* El doctor Valden es el psicólogo que trata a Dave durante su presunto cuadro de alucinaciones. Aparece en el Prólogo del Episodio 1 (Persuasión).

05 abril, 2012

Habilidades bajo examen



Saintus eleva la vista y emprende el febril ascenso por la garganta entre las rocas. Aferra en su mano el reloj dorado que Mirón arrojó como medio de prueba. El portador cree que eso fue todo, que superó la evaluación con tan solo interceptar el objeto mientras caía. Sin embargo, a medio camino lo acosa el incesante despeñamiento de piedras, tan grandes como un puño, lanzadas con descomunal fuerza (p.122-123).


Saintus debía suponer que ninguna prueba, en ese contexto, podía ser tan simple.

Todo supervisor del Koven está obligado a graduar las cualidades del portador a su custodia, unos días después de que este se inicie en el uso del Don. Una vez investido como Portador (luego de calzarse el anillo por primera vez), el humano elegido debe entrenarse en sus facultades ectoplasmáticas, bajo el riguroso consejo de su receptor. Este adiestramiento no demanda mucho tiempo, cuatro noches cuanto mucho. Sin romper la fusión con su receptor (calzando el fottus), el portador ejecutará maniobras de vuelo y procurará cambiar estados fantasmales hasta el cansancio.


A mediano o largo plazo todo portador se adapta a sus nuevas habilidades (invisibilidad, inmaterialidad y levitación), por tanto la evaluación que realiza el supervisor no pretende marginar a los portadores por sus deficiencias de principiante. Ningún portador es depuesto de su función por fallar en la prueba. Recordemos que todo portador es seleccionado por una razón singular, no son humanos corrientes. La evaluación tiene como único propósito observarlos en acción. Los métodos están concebidos para exteriorizar la intuición del portador.


La prueba está orientada a tres secuencias: evasión, coordinación y velocidad. El supervisor debe forzar al novato a eludir ágilmente obstáculos, hasta que sus reflejos sean sobrehumanos. También deberá conducirlo a circunstancias que precisen un intercambio constante de estados fantasmales (materialidad-inmaterialidad y visibilidad-invisibilidad). Finalmente, y acaso lo más llevadero del menú, es darle consciencia de su propia capacidad de aceleración en vuelo. Todo portador puede alcanzar velocidades asombrosas, pero deben conocer el iriufus lunar.


Mirón empieza desafiando la velocidad de Saintus. No fue tan arduo como cabría pensar, pues el reloj en caída libre no podía competir con el vuelo de un portador. A determinada profundidad, el novato tenía que alternar estados (materialidad por inmaterialidad), debido a lo angosto del pasaje y a la insuficiencia de oxígeno. Luego, evidenciando su rapidez mental, volver a la materialidad para adueñarse del reloj. Finalmente, Mirón exacerbó los dotes de Saintus, fabricándole una lluvia de piedras que este intentó capear tornándose inmaterial. Tras perder el reloj, el novato decidió enfrentar el despeñamiento, viajando entre las piedras.


La evaluación de habilidades debe controlar tres aspectos: evasión, coordinación y velocidad. Saintus mostró aptitudes en cada uno de ellos, así que pasó la prueba. Eludió, coordinó y barrió al aire con rapidez. Fue un buen augurio. ¿Qué métodos habrá empleado Mirón para evaluar al resto del portadores de Costa del Este? Ya los sabremos.


Por ahora basta enterarnos de que Saintus tiene madera para ser un gran Portador.